Una invasión de pequeñas mariposas inundó de pronto calles y casas. Nadie supo cómo parar aquella plaga. La gente empezó a preocuparse sobre todo cuando comenzaron a colarse en sus estómagos. Y ya nada fue igual. Andaban todo el día revolucionados, enamoradizos, nerviosos, llenos de cosquilleos que les aceleraban el paso y las ideas. Había que controlar esa situación... pero, ¡
se estaba tan bien así!
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